Lo prometido es deuda y aquí me tenéis: en Sintra
Creo que es uno de los lugares más pequeños del mundo que encierra una gran cantidad de maravillas.
He estado aquí varias veces y cuando Gloria, una muy buena amiga mia, me dijo que no conocía Sintra, rápidamente organice este pequeño y espero que gratificante tour.
Hoy hemos llegado alrededor de las tres y media, hora portuguesa, una mas en Madrid, y lo hemos hecho a “La Quinta das Murtas”, que es un caserón de principios del siglo XX, que han convertido en un hotel bastante exótico. El aspecto en general es decadente y en algunos sitios hasta un poco preocupante, pero luego con su jardín que por la noche huele maravilloso, una enorme pajarera por la que se puede caminar y una mini piscina con jacuzzi y solárium consigue crear una atmósfera de sosiego y bienestar increíble.
Solo llevamos unas horas pero ya nos ha atrapado.
Hemos cogido el coche después de colocar nuestras cosas, y hemos ido a ver la Playa de Adraga, cercana al Cabo da Roca. Es una playa ideal para surfistas, y ciertamente allí estaban todos, esperando……
Era atardecido pero todavía rebosaba de bañistas, aunque he conseguido hacer una foto en la que solo sale una.
Por fin hemos vuelto a Sintra y hemos cenado en un sitio maravilloso. Gloria, bacalao desmigado, revuelto con huevo y yo, (pobrecita de mi), un arroz caldoso con pescados que estaba de muerte. También aquí he hecho unas fotos de algunos edificios y panorámicas.
Día 2
Hoy hemos aprovechado muchísimo el día.
Hoy hemos aprovechado muchísimo el día.
Este palacio lo construyó el Rey Fernando de Sajonia que casó con María II, convirtiéndose así en Rey de Portugal a mediados del XIX.
A lo que vamos: eligió un terrenito muy mono que además contenía ya el Castillo de los Moros y en dicho terrenito, en lo alto de una peña, donde antiguamente hubo una ermita dedicada a Nuestra Señora de la Peña y también un pequeño monasterio que se cayó en el terremoto a mediados del XVIII. Pues bien decidió erigir un gran palacio donde pasar los veranos con la reina.
A mí me encanta, aunque encuentro que a veces en según qué zonas está muy abigarrado de decoración y mobiliario.
Antes de ir a comer hemos ido a buscar a Tina al hotel, porque en ningún sitio dejan entrar a la perra. Debe de darlo la península Ibérica ya que ni en España ni en Portugal, admiten perros en ninguna parte. Siempre tenemos que ser diferentes.
Para rematar el día hemos visto el Palacio Nacional de Sintra.
Un día el rey dijo que estaba decorando una sala especial para todas ellas. El ansia creció hasta que estuvo terminada, y ese ansia se transformó en estupor cuando vieron que había decorado el techo con 136 Urracas con una frase en el pico: “por bem”. Esta sala se conoce con el nombre de “la sala de las Pegas”, que son urracas en portugués.
Por hoy termino que es tardísimo.
Día 3
Nos pasamos todo el día subiendo y bajando escaleras. Lo que pasa es que todas las quintas, los palacios y los castillos que se visitan están construidos en la ladera de este monte que es muy abrupto y empinado. Casi todo lo que se visita tiene jardines inmensos, y algunas propiedades no están a la entrada sino al final, como le pasa al Palacio de Monserrate. Desde luego aconsejo que si alguien viene en algún momento, venga pertrechado, no de botas de escalada, pero sí de unos buenos tenis.
La verdad es que no está mal, pero tampoco es como tenía pensado.
Y ahora a las visitas.
A finales del XIX Carvalho Monteiro, nacido en Brasil, hijo de portugueses y heredero de una gran fortuna, compro la finca de la que hablamos a los Barones da Regaleira, de donde viene su nombre. Existía una casa de campo que Carvalho reformó y amplió a su gusto ayudado por un arquitecto italiano llamado: Luigi Manini.
Carvalho era un hombre extremadamente culto, tuvo una de las mejores bibliotecas del país, con gran número de ediciones especiales y rarezas. También muy interesado en artes esotéricas y en antiguas órdenes como templarios o masones.

A principios del siglo XX construyó este palacio con unos jardines impresionantes, fuentes, cascadas, y buena parte de los mismos recorridos por túnels subterráneos con diferentes salidas. Una de las cuales es la mayor atracción de la quinta. Un gran pozo como una torre invertida, con pasadizos y en el suelo del pozo, una cruz atribuida a los templarios. Murió en 1920 y la finca fue vendida a diferentes propietarios. Uno de los cuales era una empresa japonesa. Finalmente en 1997 pasa a la cámara de comercio de Portugal y se abre como centro cultural.
La segunda visita ha sido al palacio de Monserrate.
A comienzos del XVII se arrienda toda la finca a Caetano de Mello para su explotación, pero en el terremoto de 1755 se destruyó todo.
En 1790 se arrendo la finca a Gerard de Visme que mandó construir un palacete para luego subarrendarlo a William Beckford, quién utilizó una pequeña parte de su inmensa fortuna para arreglar y engrandecer el palacio. Pero un año después se marcho y quedo en mal estado.
La salvación del palacio llego con Francis Cook que se la compro a la primera familia que todavía la tenía, reacondicionó el palacio y mando construir un gran jardín ingles con una gran Rosaleda. También animado por su espíritu romántico mando construir diferentes jardines, francés, mejicano, japonés.
A mediados del XX, intentaron vender al estado portugués la propiedad pero al final se la vendieron al anticuario Raúl Saraga, quien desmanteló el palacio vendiendo todo lo que contenía. Y al final tan solo un año después el estado lo compro pero ya vacio. Se ha llevado a cabo una gran reparación y conservación del palacio. En estos momentos están intentado devolverle los muebles.
Y con esto hoy lo damos por terminado. Mañana mas….
Día 4
Hola, lo primero esta mañana hemos tenido que salir zumbando de la habitación, porque iban a arreglar una fuga que tenía el inodoro, jeje, ¿A quién se le habrá ocurrido llamar inodoro al wáter?
La cuestión es que estuvimos a punto de salir a nado. Puagg, que asco este hotel tan natural, ecológico y romántico, tiene un problema. El mantenimiento, que yo creo que brilla por su ausencia o es ligeramente deficiente. También le falta glamur para ser romántico, y la naturaleza lo único que causa es dolor de cabeza, porque imaginaros todos esos loros, papagayos, guacamayos y demás variedades chillando a la vez. Deben superar los 100 decibelios y se supone que el tope es 85. Doy absoluta fe del ruido ensordecedor. Pero sigamos con el día y luego os cuento el final del hotel.
Después de desayunar nos fuimos a Cascais, ya que Gloria había estado hace años y le apetecía volver.
Está irreconocible, muy bonito y mucho más grande. Dimos un paseo por la zona peatonal nos tomamos algo y seguimos hacia la boca del infierno.
En la Boca del infierno parecía que lo regalaban. Estaba a tope y como el mar estaba tranquilo, no pudimos ver el agua que sale con mucha fuerza por el sifón que crean las rocas.
Para finalizar y retornando a Sintra llegamos al faro del Cabo de Roca, que es la punta más al oeste de Europa. Nos hicimos las consabidas fotos, que no voy a poner y hacia Sintra.
Está tallado en la roca por los propios monjes, y nunca hubo más de doce. Las celdas son tan pequeñas que tenían que dormir en posición de cúbito supino, y en algunas celdas se ve un hueco abierto en la pared para poder meter los pies.
Ya veremos mañana


Nos hicieron pagar por adelantado porque dicen que sus clientes se escapan sin pagar. Quise wifi, y me dijeron que si pero pagando. Pregunté que si había en los salones y contestaron que solo una hora al día. El parking también de pago y cuando subimos a la habitación comprobamos que el aire acondicionado no funcionaba y que el mini bar estaba vacío y apagado. A mí esto es la primera vez que me pasa. Los dos días siguientes hemos estado saltando entre Portugal y España y comiendo muy bien tanto en Vilarreal como en Ayamonte.
Día 5, 6 y 7
Como se salía el inodoro, lo taparon con masilla y eso quedo más o menos. Pero el problema surgió al tirar de la cadena, porque el agua del inodoro salía por la bañera. Tremendo! Le dijimos a la dueña que nos íbamos porque aquello no había quién lo aguantara. Nos ofrecieron quedarnos en el palacete pero ante la perspectiva de estar todo el día escuchando los pajarracos, dijimos que no y nos marchamos hacia Vilarreal de San Antonio donde yo tenía que resolver unos asuntos.
Comimos cerca de Ayamonte y fuimos al Hotel Playa Canela, que está en las playas de Ayamonte. Lo hicimos porque era o parecía muy normal y admitía perros. Craso error. Es uno de esos hoteles que se dicen “familiares”, lo que significa que están llenos de centenares de niños vociferantes y de esas personas que solo van a hoteles con bufet libre para poder comer y comer.
Para resumir diré que el viaje por Sintra ha sido estupendo y muy divertido, a pesar del hotel, o quizá gracias a él. Nunca se sabe. He ido con mi amiga Gloria y Tina, mi perrita, y desde luego espero y deseo que ellas se lo hayan pasado tan bien y disfrutado tanto como yo de su compañía y del viaje.
Gracias